domingo, 8 de octubre de 2017

"Capítulo V: El Jardín Perfumado" de JEQUE NEFZAQUI (ABU ABDULLAH MUHAMMAD BEN UMAR NAFZAWI) (TURQUÍA, siglo XV d.n.e.)

Fragmento perteneciente al libro "El jardín perfumado, para el deleite del corazón", de fecha 1535  d.n.e.



Capítulo Cinco.


...No te unas con una mujer sin antes haberla excitado con caricias y juegos eróticos, y entonces el placer será recíproco.

Es aconsejable que se estimulen mutuamente antes de que introduzcas tu dekeur (pene) en la keuss (vagina). Excítala besando sus mejillas, chupando sus labios y mordisqueando sus senos.

Besa su ombligo y sus muslos y apoya una mano provocativamente sobre su pubis. Muerde sus brazos, y procura no olvidar ninguna parte de su cuerpo. Tenla cerca de ti hasta que ella sienta tu deseo, suspira y enlaza y piernas con los suyos.

Como dijo el poeta:

"Bajo su cuello, mi mano derecha
le sirve como almohada
y mi mano izquierda
la acaricia para llevarla al lecho".

Cuando estés con una mujer y veas que sus ojos languidecen y ella suspira profundamente, es decir, cuando ella desee hacer el amor, deja que ambas pasiones se mezclen y que la lujuria alcance su punto más alto; ése es el momento favorable para el verdadero goce.

Tu mujer experimentará entonces mayor placer, por eso también tu amor será mayor y ella se aferrará a ti. Se ha dicho que:

"Cuando escuches a una mujer suspirar profundamente,
y veas enrojecerse sus labios y orejas,
y languidecer sus ojos; entreabrirse su boca
y sus movimientos hacerse más lentos;
cuando la veas inclinarse como si fuera a dormirse
y bostezar con frecuencia, has de saber
que éste es el momento indicado para el coito.
Si la penetras entonces, el placer será supremo,
que sin duda proporciona el mayor placer a ambos
y ésta es la mejor garantía de que el amor perdurará".

Los siguientes preceptos provienen de un conocedor del arte del amor, y son bien conocidos:

"Tu mujer es como un fruto que sólo rinde su fragancia
cuando se le frota con las manos.
¿No es verdad que la albahaca no da su perfume
a menos que la calientes con los dedos?
¿O que el ámbar, a menos que se le caliente y manipule,
retiene su aroma oculto en su interior?
Lo mismo ocurre con tu mujer.
Si no la animas con travesuras y besos,
con mordiscos en los muslos
y fuertes abrazos,
no obtendrás lo que deseas.
No experimentarás placer cuando ella comparta tu lecho,
y tampoco ella sentirá afecto hacia ti
".

Se cuenta que un hombre, al interrogar a una mujer sobre qué cosas eran las más apropiadas para inspirarle afecto por un hombre, recibió la siguiente respuesta:

"Las cosas que desarrollan amor por el coito
son aquellos juegos eróticos practicados con anterioridad
y el abrazo vigoroso en el momento de la eyaculación.
Créeme, los besos, los mordiscos, el paladeo de los labios,
las caricias en los senos y el beber de la saliva
cargada de pasión... aseguran un afecto perdurable.

Al actuar de ese modo, las dos eyaculaciones
se producen al tiempo y el goce es completo para ambos.
Si ademas entra en acción el “jadeba”
no podrá concebirse mayor placer.
Si las cosas no ocurren de ese modo,
el placer de tu mujer será incompleto y, si sus deseos
no se satisfacen y su “jadeba” no entra en acción,
ella no sentirá amor por su compañero.
Pero cuando el “jadeba” funciona,
sentirá el más violento amor por su amante,

aún cuando se trate del hombre más feo de la Tierra.
Intenta eyacular con ella al mismo tiempo,
pues en ello radica el secreto del amor".

Uno de los poetas más famosos que han hablado del alma y los secretos de las mujeres, relata la siguiente confidencia femenina:

"Oh, vosotros, hombres que buscáis el amor y el afecto
de las mujeres, retozad antes de la cópula.
Preparadla para el goce y no olvidéis nada para ese fin.
Conocedla por cuanto hace y, mientras la amáis,
borrad de vuestra mente cualquier otro pensamiento.
No permitáis que el momento propicio al placer
pase inadvertido: esto sucederá cuando veáis
sus ojos húmedos y su boca entreabierta.
Uníos entonces, pero nunca antes.
Por tanto, hombres, cuando hayáis conducido
a vuestra mujer a la condición favorable,
dadle vuestro “dekeur”, y si os movéis adecuadamente,
ella alcanzará un placer que satisfará todos sus deseos.
No dejéis aún su pecho y que vuestros labios vaguen
por sus mejillas y vuestra espada repose en su vaina.
Tratad ardientemente de excitar su “jadeba”
y así vuestro trabajo será dignamente recompensado.
Si gracias al Todopoderoso, lográis el éxito,
tened cuidado de no retirar vuestro “dekeur”.
Dejad que que permanezca y apure la copa del placer.
Prestad atención y escuchad los suspiros y quejas
y murmullos de tu mujer, pues ellos dicen la intensidad
del placer que le habéis proporcionado.
Y cuando el cese del goce ponga fin a vuestra unión amorosa,
no os levantéis bruscamente.
Retirad vuestro “dekeur” lentamente,
y permaneced con ella yaciendo sobre vuestro costado
en este lecho del placer.
De este modo, todo saldrá bien, y no seáis como aquellos
que montan a una mujer como lo haría un mulo,
sin conceder atención a los principios del arte,
retirándose y aseándose tan pronto como han eyaculado.
Algo tan burdo privará a tu mujer de todo placer
".

Para resumir, el verdadero conocedor del arte de hacer el amor no deberá omitir ninguna de mis recomendaciones, puesto que de su observancia depende la felicidad de su mujer.

¡Alá ha hecho todo esto para que seamos mejores!

"Soy el primero de tus esclavos.
Al llegar la noche,
iré a tenderme junto a tu lecho…
dulce, muy dulcemente."


Leer más poemas de este autor en el blog BESOS.

Enlace recomendado:
 






No hay comentarios:

Publicar un comentario