domingo, 27 de septiembre de 2015

"Palabra de Diosa", de CARMEN GONZÁLEZ HUGUET (El Salvador, 1958-- d.n.e.)


I

Mi delicada flor se abre.
Tu luz penetra:
Gozo.

II

Soy la aguja,
tú el hilo:
Borda.

III

Éste es mi cuerpo.
Éste
el río de mi sangre.
Te envuelvo en él, sumerges
tu propio río oculto.

Naces de nuevo,
sales hacia el mundo.

En mí
crece la dicha.

IV

Todo sale de mí.
Doy a luz a este mundo
y cada día mi vientre
pare de nuevo al Universo.

En mí la vida tiene
cauce y manantial.

Todo hasta mí regresa.
Todo vuelve
al descanso final entre mis huesos.

Y sin embargo,
desafío a la muerte cada día.

El mundo entero cabe en mi vagina.

Todo penetra en mi ser, todo fecunda
mi cuerpo.

Yo soy la tierra,
la materia, la luz,
soy la energía.

Estoy en cada uno de tus nervios,
debajo de tu lengua
y en tus dedos.

En todo lo que fluye de tus manos.

Soy la piel y el polvo de tus pasos.
Tu mirada.

No te podrás librar de mí:
Yo soy tu sombra.
La otra que te mira en el espejo.
Tu próxima enemiga.
Tu amante más oscura.
Soy tu hija, tu madre, los latidos
de la sangre meciéndote la vida.

Soy plenitud, vacío.
silencio, voz y eco.

Soy el significado que te llena,
palabra.

Sonido que te eleva
y consagra.

Soy tuya, soy ajena, soy de nadie:
Tu propia imagen soy,
tu propia esencia.

Mírame bien,
reconóceme:
soy tú mismo.

V

De ti vengo:
Gota en el mar.

Tu semilla llevaba
implícitas
mi raíz y mi flor.

De mi vienes:
soy el mar en que nadas,
pez indómito.

Hoy que al fin
navegas por mis venas
soy fruta henchida,
manantial, cauce, estero
donde la vida fluye
su viaje interminable.

Ven,
naufraga conmigo
una,
y otra,
y otra vez,
hasta anegar al mundo.

VI

Los vocablos se encuentran
y se besan:
nace el sentido,
la poesía sonríe.

Tus labios y los míos
se encuentran,
dialogan:

la dicha llaga
cuerpo y alma.

Esta palabra alada, ahora,
¿te besa?

VII

Cada vez que camino,
mis caderas mecen
la cuna del mundo.

VIII

Nueve lunas
tejiéndote en mi vientre.

Y tú toda la vida
queriendo regresar.

IX

Esta palabra soy: Contiene
todo mi ser.

Plena y colmada
rebosante de mí,
me derrama en tu boca.

Cuando dices mi nombre
te beso en cada sílaba, tus labios
besan mi carne,
penetran en mi oído, me poseen.

Toda soy
una extensión quemada por tu voz.

X

Tu imagen
tu reflejo
tu sombra:

El reverso de ti: moneda,
palabra.

La tierra que va
debajo de tus pasos.

El aire que respiras
y te besa
por dentro y por fuera.


El agua que te moja,
te rodea,
penetras,
te bebe.

Si yo muero,
tú mueres.

Si tú mueres,
yo muero.

¿Cómo pretendes sobrevivir
cada vez que me matas?

Sin mí no hay vida.

Y si a pesar de todo sobrevives,
pobre de ti.

Huérfano definitivo.
Palabra sin sentido.
Eco sin voz.
Ausencia sin olvido.
Silencio sin sonido.
Órbita ciega.
Fuego sin luz.
Noche sin término.
Tiempo inexorable
exilio sin otro objeto que la muerte.

Sin mí no hay salvación.

XI

El deseo tiene garfios de hierro,
dedos de mar
raíces.

Con ellos se aferra a la carne
como el árbol al borde del abismo.

En él la vida afirma
su inquebrantable voluntad
de no cesar.

Sigue lloviendo, entonces,
incontenible
como el huracán más olvidado
como la tormenta más ciega
que habita
en el fondo de la gota de rocío.

Sigue lloviendo, amor,
sin pausa,
hasta que entienda el mundo.

XII

Redondo es este anillo.

Redonda mi cintura
rebosante mi vida.

Redonda la órbita que tejo en el camino.

Redondo
el Universo que te contiene
y pueblas.

Ven, planeta.
Por una vez, conviértete en satélite dichoso.

Ven, por fin:
Gira conmigo
hasta la dicha.



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sábado, 26 de septiembre de 2015

"La caricia", de JUANA DE IBARBOUROU, seudónimo de JUANA FERNÁNDEZ MORALES (Uruguay, 1.892 - 1.979 d.n.e.).

Poema perteneciente al libro "Las lenguas de diamante", de fecha  1.918  d.n.e.



La tarde taciturna se borraba
En medio de una calma dulce y quieta,
Y entre la sombra azul de la glorieta
El palor de la luna se filtraba.

Tu mano, toda nervios, deshojaba
Las flores de un rosal con una inquieta
Impaciencia, que a veces la secreta
Impulsión de un deseo apresuraba.

Y al cortar una rosa blanca y suave,
Que era como una palpitante ave
Que el azar en tu mano hubiera preso,

Con paso cauteloso te acercaste,
Por los ojos la rosa me pasaste,
Y yo sentí la sensación de un beso.


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martes, 22 de septiembre de 2015

"La paloma y el sueño", de EFRAÍN HUERTA ROMA (Méjico, 1914-1982 d.n.e.)


Tú no veías el árbol, ni la nube ni el aire.
Ya tus ojos la tierra se los había bebido
y en tu boca de seda sólo un poco de gracia
fugitiva de rosas, y un lejano suspiro.

No veías ni mi boca que se moría de pena
ni tocabas mis manos huecas, deshabitadas.
Espeso polvo en torno daba un sabor a muerte
al solemne vivir la vida más amarga.

Había sed en tus ojos. Suave sudor tu frente
recordaba los ríos de suave, lenta infancia.
Yo no podía con mi alma. Mi alma ya no podía
con mi cuerpo tan roto de rotas esperanzas.

Tus palabras sonaban a olas de frágil vuelo.
Tus palabras tan raras, tan jóvenes, tan fieles.
Una estrella miraba cómo brilla tu vida.
Una rosa de fuego reposaba en tu frente.

Y no veías los árboles, ni la nube ni el aire.
Parecías desmayarte bajo el beso y su llama.
Parecías la paloma extraviada en su vuelo:
la paloma del ansia, la paloma que ama.

Te dije que te amaba, y un temblor de misterio
asomó a tus pupilas. Luego miraste, en sueños,
los árboles, la nube y el aire estremecido,
y en tus húmedos ojos hubo un aire de reto.

No parecías la misma de otras horas sin horas.
Ya sueñas, o ya vuelas y ni vuelas ni sueñas.
Te fatigan los brazos que te abrazan, paloma,
y, al sollozar, a un lirio desmayado recuerdas.

Ya sé que estoy perdido, pero siempre ganado.
Perdido entre tu sombra, ganado para nunca.
Mil besos y tu piel es la lámpara que mis ojos alumbra.

¡Oh geografía del ansia, geografía de tu cuerpo!
Voy a llorar las lágrimas más amargas del mundo.
Voy a besar tu sombra y a vivir tu recuerdo.
Voy a vivir muriendo. Soy el que nunca estuvo.


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lunes, 21 de septiembre de 2015

"Florescencia", de LINA ZERÓN (Méjico, 1.959-- d.n.e.)

Para el hombre que amo

En el eco ojival de mi transparencia
en tu recuerdo me diluyo...

Mis húmedos surcos navegables
afloran
en el intermitente canto de tus deseos.

Sumerges pistilos en mis labios abismales,
produciendo capilares estertores
me vuelvo tu cómplice
y convulsiona mi cuerpo en tu lecho.

En tus manos soy mar incontenible,
horizontales anhelos,
hembra previsible ante la presencia
de innumerables goces.

Mis secretos escondidos humedeces.
Poro a poro se bañan mis fuegos seculares,
tiemblo, grito,
mareas sucesivas y salvajes
repertorio de conjunciones fulminantes.
Embates fragorosos, ¡gemidos!
Incontrolables pulsaciones
del conjuro procreador multiplicante.

Ya sin quejas descanso en tu piel
despejada de líquidas sorpresas.
Tranquila,
serena,
iluminada.

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domingo, 20 de septiembre de 2015

"Los besos" de VICENTE ALEIXANDRE (España, 1898-1984 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Sombras del paraíso", de fecha 1944  d.n.e.



No te olvides, temprana, de los besos un día.
De los besos alados que a tu boca llegaron.
Un instante pusieron su plumaje encendido
sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto.

Te rozaron los dientes. Tú sentiste su bulto,
En tu boca latiendo su celeste plumaje.
Ah, redondo tu labio palpitaba de dicha.
¿Quién no besa esos pájaros cuando llegan, escapan?

Entreabierta tu boca vi tus dientes blanquísimos.
Ah, los picos delgados entre labios se hunden.
Ah, picaron celestes, mientras dulce sentiste
que tu cuerpo ligero, muy ligero, se erguía.

¡Cuán graciosa, cuán fina, cuán esbelta reinabas!
Luz o pájaros llegan, besos puros, plumajes.
Y oscurecen tu rostro con sus alas calientes,
que te rozan. revuelan, mientras ciega tú brillas.

No lo olvides. Felices, mira, van, ahora escapan.
Mira: vuelan, ascienden, el azul los adopta.
Suben altos, dorados. Van calientes, ardiendo.
Gimen, cantan, esplenden. En el cielo deliran.


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sábado, 19 de septiembre de 2015

"La frontera", de VICENTE ALEIXANDRE (España, 1898-1984 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Historia del corazón", de fecha 1945-1953  d.n.e.



Si miro tus ojos,
si acerco a tus ojos los míos,
¡oh, cómo leo en ellos retratado todo el pensamiento de mi soledad!
Ah, mi desconocida amante a quien día a día estrecho en los brazos.
Cuán delicadamente beso despacio, despacísimo, secretamente en tu piel
la delicada frontera que de mí te separa.
Piel preciosa, tibia, presentemente dulce, invisiblemente cerrada
que tiene la contextura suave, el color, la entrega de la fina magnolia.
Su mismo perfume, que parece decir: «Tuya soy, heme entregada al ser que adoro
como una hoja leve, apenas resistente, toda aroma bajo sus labios frescos».
Pero no. Yo la beso, a tu piel, finísima, sutil, casi irreal bajo el rozar de mi boca,
y te siento del otro lado, inasible, imposible, rehusada,
detrás de tu frontera preciosa, de tu mágica piel inviolable,
separada de mí por tu superficie delicada, por tu severa magnolia
cuerpo encerrado débilmente en perfume
que me enloquece de distancia y que, envuelto rigurosamente,
como una diosa de mí te aparta, bajo mis labios mortales.
Déjame entonces con mi beso recorrer la secreta cárcel de mi vivir,
piel pálida y olorosa, carnalidad de flor, ramo o perfume,
suave carnación que delicadamente te niega,
mientras cierro los ojos, en la tarde extinguiéndose,
ebrio de tus aromas remotos, inalcanzables,
dueño de ese pétalo entero que tu esencia me niega.


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domingo, 13 de septiembre de 2015

"Coral al viento", de LINA ZERÓN (Méjico, 1.959-- d.n.e.)

I
Hoy recordé aquel beso de enero
que hizo que la luna durmiera en mi boca.

II
Todavía palpitan tus enhebradas caricias
ovalando el silencio de mi cuerpo.

III
Sólo el cielo crece en el fondo de tus ojos.

IV
Cada mañana nuestras almas nacen para morir
en la contemplación de nuestra espera cotidiana.

V
Desnuda, plena de infinito
descanso de tus ávidas caricias.

VI
Buscando un color al viento
encontré un arcoíris de amor en tu cuerpo.

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jueves, 10 de septiembre de 2015

"El beso", de LAURA VICTORIA VALENCIA (seudónimo de GERTRUDIS PEÑUELA) (Colombia, 1.904-2.004 d.n.e.).

Cállate, nada digas.
No quiero que disipes
este blando misterio...
Deja que en el hondor
de los minutos,
se asfixien las palabras
y arda sólo el deseo.

Bésame así, despacio.
Qué profundos tus ojos,
dos silencios
tocados con un velo de caricia
tiñendo la blancura de mi carne
con el oro rosado del incendio.
¡Qué flexible tu boca!
Tiene a veces
palpitación de ruego,
o es tan cálida y suave,
como una fruta bajo el sol madura
o como el pálido rubor de un seno.

Bésame así.....despacio.
Que tu lengua como una llama viva
alimente mis sueños,
y después en mi lánguido abandono,
sea una brisa limpia
brillando en los jazmines de mi lecho.

¿Y dices que es un tósigo en mis noches
de soledad ansiosa tu recuerdo?
Pero no, que el veneno me lo diste
entre los opios tibios de tu aliento.

Así...despacio.
Que mi cuerpo todo
para tus labios sea
tibio estremecimiento,
y que tu vida
baje hasta mi vida
bajo la muda encarnación
de un beso.

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